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La visita papal que cambió a Cuba

19/09/2015

ANN ARBOR– Mientras Cuba se preparaba para la visita del Papa Francisco a Cuba la semana pasada, Noticias U-M habló con Silvia Pedraza, una profesora de cultura estadounidense en Universidad de Michigan que conoce de primera mano la historia de la Iglesia Católica en Cuba y los efectos de la Revolución Cubana en la religión.

Silvia Pedraza durante su visita a Cuba en 1998.

Pedraza recontó la visita haber sido testigo de la primera gira papal a la isla hace 17 años, protagonizada por el Papa Juan Pablo II.

Pedraza, quién nació en Cuba pero con sus padres abandonó la isla en los 60s a la edad de 12 años, recordó haber asistido a la primera misa del papa, que se ofició en su ciudad natal, Santa Clara. En ese tiempo el ligar era de difícil acceso, recuerda, ya que no había taxis ni transporte público para llegar.

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Lentamente, de a poco, la gente acudía a atender la misa del Papa Juan Pablo II. Después de años de haber sido disuadidos de -y a menudo castigados por asistir a la iglesia- la inseguridad de los presentes era palpable, dijo.

“La gente miraba a su alrededor, vacilante, un poco de miedo”, dijo Pedraza, quien nació en Cuba y huyó con sus padres cuando ella tenía doce años.

En ese discurso, Pedraza recuerda, el Papa dijo a los presentes que la familia es la institución primordial de la  sociedad. Ese era un mensaje que nunca había escuchado antes el pueblo cubano.

“Habían vivido en una sociedad que les había dicho que deberían poner su lealtad al Partido Comunista por encima de la lealtad de su familia”, dijo. “Eso fue muy importante para los cubanos”.

Más tarde, en la ciudad sudoriental de Santiago de Cuba, el Papa coronó a la patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre – un símbolo importante de la isla y de la identidad cubana. Una canción escrita en Miami era cantada en el fondo.

“Incluso los que no eran católicos estaban visiblemente emocionados”, dijo Pedraza.

Para cuando Juan Pablo II se acercó a La Habana, la gente no titubeaba.

“La gente estaba acudiendo en masa a la masa, corriendo ahí para llegar temprano, para guardar un puesto”, dijo Pedraza. Más de 300.000 asistieron a la misa.

En la ocasión, Juan Pablo II aprovechó la oportunidad para entregar dos mensajes clave: Cuba debe abrirse al mundo, y el mundo debe abrirse a Cuba. Y que la gente en Cuba debían tomar su futuro en sus propias manos y no tener miedo.

“La gente en Cuba comenzó a hablar muy libremente después de esa visita”, dijo Pedraza, quien ha seguido visitando la isla con regularidad. “Hasta ese momento, la gente había hablado libremente conmigo cuando no había nadie alrededor, cuando no había ninguna posibilidad de que alguien nos escuchara.”

“Esa capacidad de las personas de tener menos miedo, de hablar más abiertamente, para poder ser crítico se ha mantenido con el pueblo cubano.”

Aunque fue Juan Pablo II quién se puso la fundación para que los cubanos se abriesen al mundo y viceversa, fue el papel mediador Francisco que le dio el empujón final para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los EE.UU.

“El Papa Francisco ve su propia contribución al proceso de desarrollo en Cuba como construyendo sobre la fundación que se quedó dejó en su visita de Juan Pablo II,” dijo Pedraza agregando que esto también podría ser visto en la reciente visita del Papa a Latinoamérica.

“En América del Sur, le dijo a la gente: Ustedes son la generación del dolor. Ustedes son la generación que vivió durante los años de la dictadura. Ustedes son la memoria de este país. Porque, por supuesto, él la vivió, también.

“Él sabe que las dictaduras de derecha y las dictaduras de izquierda se parecen muchísimo”, dijo. “Y que tienen el mismo efecto en las personas: Les hace tener miedo”.

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